
El mejor insomnio es el intencionado y mejor aun si quien lo suscita no es la soledad.
No hay que confundir pasar la noche despierto con este tipo de insomnio; aunque siempre atractivo, a trasnochar le falta ese elemento de riesgo, ese poner en peligro alguna eventualidad de mañana. Al trasnochador vulgar le acomete ocasionalmente un tipo de ceguera psicológica que le hace ignorar el paso del tiempo, por lo tanto toda su exposición es inconsciente y carece de heroicidad, así y del mismo modo el insomne forzado, pues aunque a sabiendas no sería capaz de hacer otra cosa. Por eso el insomne voluntario es la elite de entre los noctámbulos, porque ama por encima de todo al presente y asume sus ojeras con orgullo.
Y mejor es si al permanecer despierto lo hacemos en ciudades que no son las nuestras y si lo son, es porque lo fueron; mejor si la ciudad huele a mar, aunque llueva un poquito; a plan imprevisto, a prometedora calle de lo que sea; mejor que huela a martini rojo, que huela a mis amigos.

Un gallego sin dormir puede cometer insolentes atentados contra la nevera, aumentar las estadísticas comerciales de las camareras o poner en peligro la reserva nacional de ducados. Uno de Madrid si no duerme luego ni siquiera puede abrir la boca para lamentarse. Pero merece la pena si el tiempo es compartido y se gasta en hablar de lo mal que lo hacen los demás o en elaborar proyectos que podrían hacer hablar a los demás de nosotros. Este gallego nos ha proporcionado otra ciudad que echar de menos, un puñado de chistes todavía sin escribir y tres días para rememorar en cualquier conversación.
No voy a decir que es una ciudad incomparable, mas porque una cortina de lluvia nos dejó apenas entreverla, pero si existiera un "a la larga" diría como María que La Coruña es una tía buena pero Vigo es con la que te casas. A Silvi le entró por el ojito derecho nada mas aterrizar, apenas nos terminamos los primeros calamares ya tenía planeado ganar la primitiva para hacerse vecina de "El Calvario", espero que no le toque porque nos tendríamos que mudar todos a Vigo. A Santi creo que le entró por las costillas.

María nos sufrió hasta altas horas de la madrugada sin una queja, como Nicolás y Lola, a los que alteramos el comer, el descanso, sus idas y venidas. Nico nos miraba curioso y cándido con sus grandes ojos amarillos sin atreverse demasiado a simpatizar con los desconocidos mientras la Lola, toda paciencia, dejaba que la acariciáramos por turnos. Nico parece un cartoon, lo primero que pensé nada mas verle fue convertirlo en un comic, y lo haré, lo he prometido.
No sé como les habremos caído al resto, a Felix y a su novia que se van a casar, a Berto con su enciclopedia musical a cuestas, a la otra María que nos enseñó unas cuantas frases de supervivencia en japonés por si se diera el caso de enamorarnos momentaneamente de una japonesa, a Lorena que nos rescató de un terrible aguacero para conducirnos a la tasca que sirve la mejor tarta de la abuela del mundo... a todos ellos un abrazo muy grande.
Destacados e imborrables. El pueblo de Galicia donde los pisos cuestan ochenta millones de las antiguas, Panxon, la playa que no tiene la ciudad. El Vigo modernista, el sireno, el gusano de arena, el cajero para automóviles, el cristo pajero... pero sobre todo las trufas más ricas del mundo, los merengues mas grandes del mundo y la puerta de garaje mas bonita del mundo.

Y el Máis Palá, la cafetería mas chula del mundo, su heterogénea decoración te atrapa antes de alcanzar la barra para pedir una copa, continúa la fascinación de su escalera inaccesible para los anchos de estómago, la preciosa planta de arriba, con sus diferentes cuartos de diferentes aires, sus tableros de ajedrez, los sillones de peluquería y los comics empapelando las paredes. Si tuviera que elegir un lugar donde vivir en Vigo sin duda elegiría la planta de arriba del Máis Palá, dudaría en encontrar un lugar para dormir pero nunca habría tenido tanta gente en mi habitación.
Sí, sí, y La Iguana Club, mítico, y todos los que faltan, todos los que no conozco y todos los fines de semana que necesito.
Si viviera en Vigo tendría un bar, si quisiera tener un bar, al menos me gustaría beber en él, se llamaría: Aun Por Encima.
Sí, sí, y La Iguana Club, mítico, y todos los que faltan, todos los que no conozco y todos los fines de semana que necesito.
Si viviera en Vigo tendría un bar, si quisiera tener un bar, al menos me gustaría beber en él, se llamaría: Aun Por Encima.