sábado, 13 de diciembre de 2008

Silvina Magari Vs. "Iván Ferreiro" & "Enrique Bunbury"


Quiero que de noche…

Por fin se haga de día…

Cuando llegas y me abrazas…

Es la octava puta maravilla…



Hacía tiempo que no iba a ver a Silvina en concierto, tal vez desde el año pasado por estas fechas, también en su cumpleaños; demasiado tiempo, porque no recordaba cuán divertidos suelen ser. Y este último lo fue, mejor dicho, a lo Magari: divertido no, lo siguiente. Sus conciertos deberían estar prescritos por nuestros médicos de cabecera como vacuna general contra el aburrimiento.

Quería dedicar este post a recalcar la necesidad que tiene la música española de talentos diferentes y personales como Silvina, pero no me va a salir, la quiero demasiado, y enseguida me lo van a notar, creerán que soy un fanático, y que mi opinión carece de validez. Lo reconozco, soy fan de Silvina, incluso antes de verla subida a un escenario, antes de escuchar cualquiera de sus canciones… Ustedes no lo saben pero si la gente se paseara con un libro de suscriptores debajo del brazo yo sin dudar habría firmado en el de ella antes de pestañear dos veces. La conocí en un bar, o bueno, una pequeña sala de conciertos, dónde yo trabajaba como camarero. La única sala en Madrid que tiene música en directo los trescientos sesenta y cinco días del año, desde las diez de la noche a las cuatro, espectacular, no les parece? Pues no, sobre todo si llevas trabajando allí seis meses consecutivos, escuchando a los mismos “cansautores” de siempre, sin la posibilidad de insertar un miserable Cd en el reproductor para aislarte con tu propia música. Aunque ya por aquel entonces había desarrollado la increíble capacidad de presionar un imaginario mute de ambiente deseaba desde el ventrículo izquierdo al ventrículo derecho que emergiera un bendito psycho killer por la puerta y se liara a balazos con los músicos. Probabilidad difícil si se vive fuera de Estados Unidos, por lo que me conformaba con dibujar en las hojitas amarillas del comandero; en estas me hallaba cuando a las tres de la madrugada aparece Silvina que había perdido las llaves de su casa y buscaba un refugio hasta que llegara su compañera de piso. Nada más entrar comenzó a romper sistemáticamente cada una de las normas que rigen antros como aquel y que se han transmitido de generación en generación:

1 – Pedir un té a las tres de la mañana en un bar donde ni siquiera hay cafetera.

2 – Eludir la conversación del jefe de un bar de cantautores siendo una cantautora.

3 – Buscar el rincón más oscuro de la sala enfrente del escenario y sacar un libro.

4 – Leer imperturbablemente La Nausea mientras el atónito cantautor de turno se desgañita.

5 – Contar un chiste no apto para los labios de una señorita, dar las gracias, y marcharse.

Tu corazón, mi aguja…

Yo solo soy tu Mia…

Bailemos otro twist…

La sangre ya está limpia…


Antes de terminar quisiera darles un consejo, si usted, en el hipotético caso de que supiera tocar la guitarra y cantar al mismo tiempo, celebrara su cumpleaños cantando para un público generoso no se le ocurra invitar ni a “Iván Ferreiro” ni a “Enrique Bunbury”, a no ser que sea usted la propia Silvina Magari porque acabarían por reventarle el concierto. Tanto mí querido Iván, que parecía haberse tragado el anillo vibrador de durex, como mí admirado Enrique, que parecía haber esnifado entero el botiquín de Hospital Central, dieron un espectáculo indigno de unos profesionales con unas carreras musicales tan ampliamente reconocidas. A pesar de incidentes lamentables como el del otro día son buenas personas. No se rían mucho de ellos.


martes, 2 de diciembre de 2008

El fin de la civilización occidental



Me duele la cabeza, me ha estado doliendo desde que me levanté, una ruda presión de un dedo imaginario sobre mis sesos. No recuerdo donde leí una vez que la falta de azúcar en sangre puede provocar cefaleas, tampoco sé si es cierto pero me ha parecido un buen motivo, por lo menos el que primero me ha convencido a la hora de ensayar un remedio: abrir un tarro de mermelada delante del televisor y comenzar a comérmelo como si fuera un yogur. Ni que decir tiene que no ha funcionado, sólo repartirme el mal día entre la cabeza y el estomago a partes iguales. Para colmo también hoy es uno de esos días en los que me siento incapaz de afrontar la inhóspita franja de programación que existe desde “Que vida más triste” hasta Luján Argüelles sin haberme propuesto el suicidio como una filosofía de vida al menos en un par de ocasiones.

He salido a la calle, pero en la calle hace un frío de tres pares de cojones, inaguantable, vamos; con mp3 sería otra cosa, cantando sleeping lessons de The Shins, blister in the sun de Violent Femmes… ya puede quemarse el Fnac de Callao o que Natalie Imbruglia quiera contratarme como best ugly boyfriend… Pero no tengo mp3, se me ha jodido y sin música en las orejas uno se da cuenta que hace frío, y que el frío no mejora el dolor de cabeza. De los cuatro pilares tecnológicos de la civilización moderna es el tercero que me falla este año, sólo me falta que se agoten las pilas del mando a distancia y estaré más que listo, un año enterito para tachar del calendario. Imagínense!, en estas fechas tan señaladas, tan mágicas, donde las presentadoras del telediario se convierten en cheerleaders, con los especiales de Whoopi Goldberg y Frank Capra a punto de caramelo y el estreno mundial del anuncio de freixenet…

Uggg! No podría soportarlo, además no quiero perderme estas navidades, podrían ser las últimas tal y como las conocemos. Sí, sí, no se lo tomen a guasa, no es otro mensaje apocalíptico de final de año, la otra noche se me apareció Michael Jackson en sueños y me reveló que de aquí a siete meses todo se iba a tomar por el culo. Bien, Michael -le repliqué yo- lo dices por la crisis. Pues mira que pienso yo que es una artería de los bancos para sacarle dinero a los estados, es decir, a los ciudadanos, y por partida doble, ya no les bastaba con las hipotecas que ahora se vienen con los impuestos. No sé si será la crisis la que acabará con nosotros pero es mirar el telediario y echarse a temblar, catástrofes por todos los lados, los aeropuertos de Tailandia convertidos en improvisados campos de batalla, niños explotados en las minas de Tanzania para extraer las piedras preciosas que adornarán las elásticas epidermis de las favorecidas señoras del régimen económico, más de un centenar de muertos en los atentados terroristas de Bombay y el heroico carácter de Esperanza Aguirre que le permite salir de ellos sin un rasguño…

Por si esto fuera poco Obama confirma como secretaria de estado a Hillary Clinton, otro nombramiento de suma y sigue que le aleja de la esperanza y del frescor político que supo despertar en la campaña electoral por la presidencia para, notoriamente, equiparar la suya con la otrora administración Clinton, que, bueno, nos caía simpático el presi, que tocara el saxo, que se empeñara en la repartición democrática de su simiente, pero tampoco hay olvidar las yanquinadas en política exterior que se cometieron bajo su mandato en Somalia, Kosovo, etc. Obama es yanqui, da igual que sea negro, podría ser chino y pobre, desdichadamente continuará la tradicional y desastrosa cadena de decisiones internacionales venenosas para asegurar a Estados Unidos el cetro del imperio frente a las potencias emergentes de esclavos económicamente competitivos, véase China e India. La anunciada retirada de las tropas de Irak en dieciséis meses no hará otra cosa que incrementar el nivel de violencia entre shiítas y sunnitas al grado de guerra civil y el refuerzo del contingente militar en la frontera de Afganistán no ayudará a estabilizar un país sumido en el caos y todavía sometido a la mafia talibán, y, dios no lo quiera, tan cerca de Pakistán, un país amigo entre comillas, islámico y cuna de gran parte de las células terroristas, y, dios no lo quiera, con verdadero potencial nuclear. Chicas y chicos, desconfíen de los tíos carismáticos.

Aunque yo no estaba aquí para esto, me he enrollado, lo siento, lo único que me importaba era hablar de mi tragedia personal, mojarles un poco la lectura de las nueve de la mañana, dar penita, quiero decir. Pues sí, se me ha jodido el mp3. Hace una semana y sobreviviendo. No es tan fácil como creen, a ratos es duro, sin las orejas tapadas uno puede sentir sus propios pasos como patadas en el estomago, duele pero no mata. A modo de homenaje me gustaría hablar de los únicos discos que han subsistido en mi mp3 desde que me lo regalaron hasta ahora, contando con que soy un consumidor compulsivo, que mi vida es más bien triste y sumando las pírricas dos gigas de capacidad del finado, estos tres discos bien merecen una reseña.
Wilco – A Ghost Is Born


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Company In My Back


Debo considerarme un fan de Wilco, de Jeff Tweedy y de las lentejas de su abuela. Me sería imposible elegir el mejor disco de Wilco, creo que cinco de sus siete lo son. A Ghost Is Born de esos cinco tal vez sea el más irregular y pretencioso pero tiene un buen porcentaje de mis canciones favoritas. Me encanta “Company in my Back”, exquisita melódicamente, “The Late Greats”, un single en el final de un disco, y qué decir de “At The Least That´s What You Said”, os cuento un secreto, algunas noches después de emborracharme como un descerebrado y agotar mi caudal infinito de chascarrillos de mal gusto regreso a mi casa cantando esta canción con las manos en los bolsillos y tiritando de infelicidad.
Neil Young – Everybody Knows This Is Nowhere


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Cowgirl In The Sand


Neil Young es un tipo curioso, humilde, apasionado, comprometido, poco que ver con una estrella del rock, pero el colega lo es, tal vez la más grande, y sin duda la mayor influencia en cualquier grupo con cierto peso eléctrico en guitarras. Este disco es una maravilla, una puta obra maestra de principio a fin. Monumentales tracks como “Down By The River” o “Cowgirl In The Sand”, extraordinarias como “Cinnamon Girl”, absolutamente conmovedoras como “Running Dry”. En 2005 le diagnosticaron un aneurisma cerebral pero lejos de sentarse a esperar que le reviente el coco y después de haberlo dicho todo en la música es capaz de encerrarse en el estudio y continuar grabando discos, uno el año pasado, Chrome Dreams II, equilibrado, espectacular, con rabiosas canciones de más de quince minutos. Hace unos meses llegando de madrugada a casa enciendo la tele y en la 2 le veo a sus sesenta y dos castañas rompiendo las cuerdas de su guitarra después de un solo brutal e interminable.

Robi Draco Rosa – Vagabundo



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Blanca mujer



Si Neil Young es curioso, Robi cuando menos es peculiar. Poca gente le conoce, a no ser que seas puertorriqueño o vivas en los alrededores. Pero es un genio y en su país un ídolo. No ha extendido sus alas mucho más allá de su nido, de momento no le ha interesado promocionarse en España. Es Estados Unidos intentó abrirse camino con un ambicioso álbum: Mad Love, hermanado en algunos aspectos musicalmente con Lenny Kravitz, tuvo su repercusión. Vagabundo es considerado por muchos uno de los mejores discos de rock compuestos en lengua española. Después de Frío, (también notable) se deshizo de su imagen de estrella latina y asumió una propia, oscura, descuidada, provocativa. El sonido en este disco varía de extremo a extremo, desde la melódica “Penelope” hasta lo tétrico en “Llanto subterráneo” (sobre un poema de Jaime Sabines), pasando por la espeluznante “Blanca Mujer”. Muy pocos saben que ha sido compositor de hits de su colega Ricky Martin como “Livin’ La Vida Loca” o “María” y con el que compartió grupo infantil, a lo Parchís latino.

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lunes, 17 de noviembre de 2008

Jet Lag



El maldito beep-beep que suena a las tres y media de la madrugada no es el maldito beep-beep que te hubiera gustado que sonase. Estabas jugueteando con el cable de los auriculares calculando cuidadosamente en qué momento si tienes en cuenta el volumen que sueles utilizar para escuchar música podría acarrearte un gasto de unos novecientos euros en un modesto audífono antes de los cincuenta, unos novecientos euros que mermarán algo de competitividad en tu exitosa carrera a la hora de padecer una cirrosis hepática antes también de los cincuenta. Seguro, justo antes de tu cumpleaños. Pero lo has oído, aún por encima de Lucinda Williams, así que puedes estar tranquilo, un latido sordo se ha ahogado en tu corazón o en la esperanza, ¿verdad? Qué bonito.
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De manera involuntaria piensas en la muchacha con el reloj calculadora, estabas esperando o bebiendo mientras ella también esperaba en la mesa de al lado. Durante un rato dio un poco de sentido a toda la tarde, luego se marchó. Parecería estúpido esperar que fuera ella cuando ni siquiera te conoce, pero no lo es, me dices, en eso consiste, así trabaja el deseo. Por supuesto que no lo es, sólo un anuncio de orange, pero por un momento la posibilidad de que hubiera sido ella ha sido la más real entre todas las demás probabilidades. Existen dos tipos de realidad, me aclaras, la realidad experimentada y la realidad imaginada y ninguna de las dos es del todo real. La experiencia o el conjunto de ellas conforman la imagen de la primera y el anhelo proyectado en esta primera confecciona la imagen de la segunda. La distancia que surge entre ambas es un cartel de bienvenida a la tristeza. “Los más felices serán entonces aquellos para los cuales la frontera entre las dos realidades es menor”, deduces envalentonado, claro, que te equivocas, no lo entiendes todavía, en alguna ocasión te lo explicaré, con calma. Ahora me gustaría que continuaras pensando en la muchacha con el reloj calculadora, ah, no me vas a hacer caso, lo sé. Estás pensando en el deseo de una manera abstracta, aislándolo de cualquier servidumbre emocional. Te reconforta desear cosas, cosas pequeñas, concretas, pero más te gustaría desear las grandes, abrigar un sueño, un significado mayúsculo, la razón de ser… Desear desear, paradójico. Hay un personaje en Stalker, (Stalker es una peli, stalker es el personaje, stalker significa guía) que ha dedicado toda su vida a conducir a ciertos individuos a través de “La Zona” (“La Zona” es un lugar ficticio donde no rigen las pautas habituales de realidad) hasta “La Habitación” (“La Habitación” es el centro de La Zona y concede el más sincero deseo de toda persona). Al llegar allí los otros personajes (el escritor y el científico) le acusan de intentar engañarles, no entienden por qué si ha estado más veces y si realmente funciona nunca ha pedido él un deseo. El stalker trata de explicarles que no puede hacerlo, si lo hiciera dejarían de existir guías para otras personas. Cuenta una historia, la de su hermano, también stalker, una vez entró en “La Habitación” y salió de ella convertido en un hombre rico, ése era su deseo más sincero, no pudo soportarlo y se suicidó. Al final ninguno de los tres se atreve a enfrentar lo que verdaderamente es, lo que verdaderamente desea. Dada la circunstancia, si tuvieras que hacerlo, si tu deseo se cumpliera… sospechas, no sucedería nada, tal vez se abriría un gran pedazo de abismo en el cosmos.


Sería gracioso, me digo, nada más. Antes siempre apagabas el móvil para que nadie pudiera interrumpir tu sueño, eso era cuando aun podías dormir por las noches; en las noches nadie llama igualmente pero lo apagabas por si acaso, ahora estás despierto así que no lo apagas, de todos modos nadie llama, llaman por el día, cuando estás durmiendo, lo que te fuerza a responder con voz de atontado, con las neuronas pegadas al cielo del cráneo. Al acostarte andas tan cansado que olvidas que la gente llama durante el día pero sería mejor que lo hicieran por la noche, cuando todo el mundo duerme, cuando nadie dice nada lo que tú dices cobra mayor transcendencia, resuena con más ímpetu, imprime otro significado de la palabra en el oído… Jet Lag, me diagnosticas, descompensación horaria, disritmia circadiana o síndrome de los husos horarios, ¿se puede tener eso sin viajar en absoluto? Supongo que sí, supongo que yo lo tengo, que trasladarse desde lo imaginado a lo experimentado es todo un viaje transoceánico, con un montón de “horas” de diferencia, claro que también llevo un mes estimando que tengo cáncer en la mano izquierda y no acudo al médico porque me da miedo que cuando lo haga vaticine que me restan tan sólo dos semanas de vida y, hombre, contando que ya compré ticket para el concierto de Iván Ferreiro voy a andar un poco justo si me arriesgo. No es broma, estoy convencido de ello, incluso ha comenzado a dolerme la mano derecha, y la garganta, y la cabeza… o, es posible (holy shit!) que haya pillado una gripe.

En fin, no es tan malo, quizá me cure, fíjate son las ocho de la mañana y estoy a punto de salir a dar un paseo, junto con la gente madrugadora, y cada vez lo hago más tarde, poquito a poco, quién sabe si en un par de años habré logrado dar por completo la vuelta a la tortilla y podré acostarme a las doce o a la una como cualquier ser humano civilizado.

De todos modos un mensaje a las tres y media de la madrugada siempre sonará tan convincentemente esperanzador que pueda me salve antes la vida.
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miércoles, 29 de octubre de 2008

En dos palabras: Vetusta Morla

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Mierda, es en estos momentos cuando desearía tener un trabajo normal, uno de esos de oficinas con un montón de mesas con un montón de gente bebiendo café y chequeando sus e-mails a hurtadillas antes de ponerse a currar en serie. Iría mesa por mesa preguntado: ¿Sabes quiénes son Vetusta Morla? No? Pues son la hostia, tío! Ayer tocaron en La Riviera, joder! Y yo estaba allí. Y David, y Ángeles, y Rosario, y estas otras chicas tan patriotas…




Bueno, las de la izquierda no vinieron, se refugiaban tan sólo de la lluvia en un bar, como nosotros, aunque tenían la pinta de ser fans, y diablos! era mi foto simpática de la noche. Luego hice bastantes mas pero con una cámara que no era mía así que olvidaos de fotitos ilustrativas de lo bien que lo pasamos, nos las tengo, fiaros de mí, lo pasamos en grande y no gracias a “teloneros” infiltrados como The Blows (¿????) una panda de niñatos con flequillos horteras que se habrán escuchado un par de discos de Franz Ferdinand y otros tantos de Bloc Party y se decidieron a comprar unas guitarras para dejar de pajearse en casa. No gracias al técnico de sonido de la sala, que aún ocupados en pedirnos la primera copa ya me ocupaba yo de maldecir y de cagarme en su puta madre. No gracias a La Habitación Roja, unos señores que llevan en esto de la música más de doce años, más de seis discos a sus espaldas, y vete a saber cuántos gin tonics. Yo nunca fui un fan pero reconozco que tengo tres álbumes suyos, que me aprendí un tema para la ocasión, y que si tuviera que regalar un disco muy poppy a una chica muy mona para hacerme el chico sensible pero no muy sensible sería el “Cuando ya no quede nada”. Lo malo es que equivocaron conceptos, dieron mucha tralla a las guitarras, Jorge Martí no estaba borracho, y por supuesto porque no tuvieron huevos a bajarse del escenario para partirle la cara al maldito técnico de sonido que les estaba jodiendo a base de bien. Sonaba tan feo que la mitad del público daba por hecho que como mínimo cantaban en inglés. Claro, que también, a estas alturas ya nadie puede tocar en Madrid después de que lo haga Vetusta Morla. No, porque estos tíos han nacido para petarlo, bueno, no de fácil como de la sartén al plato, que les ha costado pero sí más o menos a partir de ahora. Desde febrero de este año que editaron disco en toda regla no han cesado de agigantarse dentro del rock alternativo de este país, que no es mucho pero lo hay bueno. No sé si ya se escucha en los 40 Principales o en cualquier otra emisora que no sea Radio 3, lo que sí sé es que a éstos les funciona el boca a boca, el colega del colega que le ha dicho a tu amiga, coño! Estos tíos molan. Tú tomas nota y como no tienes nada mejor que hacer les haces una visita en el myspace, escuchas un par de temas y te bajas el disco, y el disco mola, mola mogollón, del uno al doce, doce jodidos tracks, de los cuales seis son cojonudos, y los otros seis son cojonudos también. No hay más opción que convertirse en fan, yo lo soy, fan de los buenos, de los que se pegan por las púas que arrojan los guitarristas una vez termina el concierto. Nunca había asistido a uno con cada una de las canciones aprendidas hasta las comas, nunca las había cantado hasta quedarme afónico, nunca… Parezco una jovencita entusiasmada, cierto? Y las había, a rebosar, y de jovencitos, reventando sala para ver en directo a lo que ya sin lugar a dudas es el grupo revelación del año, el mejor disco nacional del año, y uno de los mejores debuts en la música española desde hace tiempo.


Qué más puedo decir, escuchen… y luego canten…


Pintar otra vez esta habitación, ooo, ooooon
no me convence para nada este colooor.
Votar si el botón es una buena opción,
votaaaar si hoy hacemos el amoooooooor!!!!!!!!


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domingo, 19 de octubre de 2008

Descripción de vuelo


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Flying Saucer Attack - Come and Close My Eyes
Antes, en los árboles, cientos de estrellas de agua, en cada hoja, sin llegar a tocarse, como incorpóreos granos de azúcar brillando a cuatro centímetros de las pupilas, antes, de estallar en una informe y mayor fracción de lo mismo, antes, de que la suma de sus yoes les confiriera peso y fueran devueltas a la tierra…

A cuarenta metros del suelo la lluvia siempre es una mala noticia, empapa las ropas y el cabello, el agua se va filtrando lentamente a través de la piel hasta el hueso, alojándose en los espacios vacios de la carne para al cabo reintegrar la gravedad a sus miembros…

Tiemblas, te gustaría no haberte alejado tanto, ahora puede que necesites caminar una o dos horas hasta el cuarto de baño, no estás seguro, encajas las manos en los bolsillos y tratas de fijar en tu memoria todo lo que has visto esa noche a cuarenta metros del suelo…

Con siete años nada tiene demasiada importancia, nada si de verdad no la tiene, por eso no insistes demasiado cuando por pura diversión has flexionado las piernas hasta que has podido sujetarte las rodillas con los brazos y te has deslizado por el aire alrededor de tres segundos. Es un juego, y como en casi todos tus juegos los adultos prestan poca atención. Por eso no vas a ir corriendo detrás de tu madre enrojecido de entusiasmo a explicarle como has podido deslizarte a medio metro del suelo. Corres pero para cogerle la mano, ella habla con una señora gorda que no has visto antes, cuando aprietas sus dedos deja de hablar y entráis en el mercado de San Fernando, hacéis el recorrido habitual, no te gusta como huele el mercado, sobre todo la carnicería dónde tu madre te abandona guardando cola, no lo entiendes, porque no tienes ni idea de lo que quiere comprar, no tienes dinero, eres muy pequeño y los demás te miran como si no estuvieras allí, odias eso, odias guardar cola, algún día tu madre llegará demasiado tarde, piensas, me tocará el turno de pedir y no sabré que hacer, creerán que soy idiota, te gustaría poder escapar…

Descubres que es relativamente sencillo, no siempre lo consigues pero casi siempre que lo intentas eres capaz de saltar sin impulsarte y mantener luego en un vientre aéreo los pies despegados del suelo; pero lo que no puedes es ascender por ti mismo más allá del medio metro original, deberías subir a algún lugar elevado y probar desde allí. La ventana de tu casa es el lugar más elevado que conoces, miras hacia abajo subido a una silla y te entra el miedo, está demasiado alto. Pero no hay ningún sentido en tener un nuevo juego y no jugar hasta cansarse de él, es tú lógica infantil; tal vez esta noche no, pero en las siguientes sabrás cómo encaramarte al alfeizar de tu ventana y cómo dejarte caer hacia abajo…


Cuanto mayor sea la altura mayor será la duración del vuelo, eso lo asimilaste bastante rápido. Al principio te precipitabas casi de inmediato, sin apenas trasladarte, pero con los años has aprendido a utilizar las corrientes de aire para prolongar los deslizamientos, has aprendido que basta una ligera inclinación del cuerpo hacia la izquierda para ir a la izquierda y que una pequeña inclinación hacia la derecha te lleva al lado opuesto. Que puedes endurecerte y caer a voluntad o sustentarte en un punto como si aguantaras la respiración. Y aprenderás todavía muchas más.

Te encanta hacerlo, miras hacia los lados comprobando que nadie pueda sorprenderte, después de pasear durante horas, antes de que amanezca, y subes, sin más. Fue lo último que aprendiste, a elevarte sin más, desde los adoquines hasta no demasiado arriba para poder mirar por las ventanas e intuir sus sueños, para contarlos todos, del cien al millón cada uno, y luego sonreír cómplice de ti mismo y decir: ¡Menudo desperdicio!

Mucho más tarde conociste a otros, otros que te aseguraron que podían hacer lo mismo que tú, pero tú jamás viste a ninguno de ellos cuando estabas allí arriba, por eso dudabas de ellos, tanto como ellos dudaban de ti, imaginas. Pero ahora ya no importa, como las cosas que de verdad ya no importan, ahora eres tú el que de verdad no puede hacerlo, has olvidado cómo, y si ellos pudieran, realmente para ti, ya poco importa.

martes, 30 de septiembre de 2008

El síndrome de las mejores cosas del mundo

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No sé en qué momento prometí a Lore que cuando nos visitara la llevaría a cien lugares distintos en Madrid que merecen la pena, tampoco sé si he cumplido mi promesa, no lo creo, porque aún valiendo por cinco alguno de los que exploramos he de reconocer que excepto la filmoteca el resto fueron bares.

Bares míticos, dónde los chicos piden por favor el beso de las chicas, bares dónde no cabe un alma, dónde puedes estrenarte como cliente del mes, bares disfrazados de restaurante hindú, bares clandestinos, bares clandestinos en sótanos con banda de jazz, sótanos legales con banda de blues, clásicos con enemigos íntimos, bares dónde bailar “Ni tú ni nadie” y bares para cantar “Pero a tu lado”, bares para el postureo, bares de intelectuales, bares dónde te regalan rosas, bares que abren hasta el amanecer, bares para olvidar…



Si alguien me obligara a elegir de entre todos en esta semana el mejor momento tendría que apuntarme con una pistola para convencerme porque de otro modo no sería capaz de decidirme por uno solo.





Elegiría el domingo de cumpleaños en casa de David. La fiesta sorpresa menos sorpresa del mundo, con la invitada de honor en la puerta, los globos sin inflar y yo todavía enrollando sushi. Pero, coño! Fue un éxito, la manduca resultó comestible, Silvina nos obsequió con un concierto privado, el albariño corría como en casa de un percebeiro, y disponíamos de una botella de autentico vodka polaco con un ligero sabor a canela, ¿qué más se puede pedir? Soplar las velas sobre un tiramisú, buena conversación hasta altas horas de la madrugada, salir a la calle borracho, que llueva, saltar en los charcos, empaparse sentado en lo alto de quince sillas apiladas…





Elegiría la noche temática, la noche de los disfraces, la noche en la que pensé que si nos vestíamos como la mafia calabresa todo sería más divertido y en la que al final conseguí reunir de un mismo golpe a una azafata de iberia, un enterrador y una bailarina de charlestón. Fue la noche de los tacones, de los conciertos interruptus, de los bares sumergidos en el pasado, de los años ochenta y del garrafón a siete pavos…

Elegiría el martes de jam sesión en locales sin luz eléctrica, de vermuts sin hielo en las terrazas de Argumosa, de jóvenes sin excesiva preocupación por la higiene capilar o greñudos, los bares de cantautores sin cantautor para bailar mejor merengue…

Elegiría no tener que despedirme en los aeropuertos, ni en las estaciones de autobuses, ni en las puertas de los taxis…






Si alguien de verdad me apuntara con una pistola elegiría que Lore tuviera vacaciones una vez por mes, aunque en ese caso el de la pistola sería yo, apuntando a la cabeza de su jefe, claro.

Como diría ese ínclito pozo de sabiduría que es Raffaella Carrá: después de muchas experiencia he llegado a la conclusión que las mejores cosas del mundo no se encuentran realmente en ningún lugar sino que son las mejores personas del mundo las que hacen de estos lugares los mejores del mundo.

Imaginaros, si decidierais mudaros vosotras aquí podríamos hacer de Madrid una de las mejores ciudades del mundo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Yo, que sigo siendo todavía mejor que los demás

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Boomp3.com
Que estuviera cantando esta canción no es extraño, que lo hiciera a grito pelado a las doce y media de la mañana mientras todo el mundo me miraba podría parecerlo a no ser que experimentara uno de esos estadios metafísicos de inusitado “optimismo” que atraviesa el alma humana de cuando en cuando, es decir, cuando se está borracho, y yo lo estaba, o al menos lo conservaba de la noche anterior.



En este tipo de mañanas es mejor fingir una gastroenteritis y no ir a trabajar porque aunque lo intentas por todos los medios no puedes evitar hacer gala de una facilidad de palabra fuera de lo normal. Después de comer se me había pasado ya el efecto y fui a dar un paseo. Compré el Rolling Stone de este mes y mi sexto coleccionable de cómo aprender a dibujar manga, no por fanatismo sino porque, y los que dibujan lo saben, dos plumillas, goma y tintero por un euro es todo un regalo.

Me leí de pe a pa el reportaje que le han dedicado a la Amy y pensé que si yo fuera un maldito me gustaría ser igual de maldito que Jeff Buckley, o tal vez mejor como Elliot Smith o bueno… Luego llamé a mi amiga Rosario que no me agarró el teléfono. Ustedes a Rosario no la conocen pero yo les digo que si ustedes pudieran diseñar a su gusto la perfecta compinche de parranda no podrían pensar en algo mejor de lo que es ella. Le debo muchas noches de risas y algún plato de macarrones a la amanecida.



Esa noche me metió en un taxi a la hora en la que el alcohol convierte mi carroza en una calabaza y dejo de ser un ocurrente payaso para convertirme en un vulgar borracho. El taxista me preguntó un par de veces donde quería que ir pero simulé no oírlo, cuando estaba a punto de parar y echarme le dije que me llevara a la farmacia de guardia más cercana. Le estaba tocando los huevos pero merecía la pena, le pedí que me esperara mientras compraba una caja de preservativos, saqué un par de ellos y me los metí en el bolsillo, al pagarle le dije que se podía quedar con el cambio y también con la caja de condones; imaginé que me sonreía con admiración y gratitud pero bien pudo darme una hostia.

En algún momento deberían sacarme una tarjeta amarilla.


(La canción es de Vetusta Morla, y sí, no son el Radiohead de Tres Cantos que a todos nos gustaría pero son algo más que carne de Radio 3, la sorpresa más grata en el panorama alternativo nacional desde que Standstill se pasara al castellano.)
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viernes, 5 de septiembre de 2008

Ayer No, pero Hoy Sí


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Hoy no pero ayer sí, después de quemar durante horas dioptrías frente a la pantalla del ordenador, después de enseñarle a hablar, a caminar, a mirar por sí mismo, después de lo que quieran que sean diez mil plugins, diez mil millones de codecs, diez millones de más millones de bytes después, después, en la última actualización de mi windows adolescente la cosa se jode y da error, error ox80080008 para más inri, y me cago en todo lo alto. Al menos pude reiniciarlo, hace dos semanas ni rezando; murió de un ataque al corazón, dónde sea que lo tengan estos cacharros. Entonces sí que me cagué en todo lo alto.

Me poseyó tal estado de inquietud que fui incapaz de pegar ojo en toda la noche, salí a la calle y caminé tanto como para que las tiendas de informática con servicio de reparación se dignaran a cumplir con su horario de apertura. Ustedes no lo entenderán pero esa cosa era como un hijo, un nenito al que ves crecer a lo largo de los meses, cuando se le cae el primer diente, en la fiesta de fin de curso, llegando tarde a casa… y de repente se muere. No sé, más en los tiempos que corren perder algo así es como detonar una tonelada de dinamita sobre el 65% de tu vida emocional. Santo Dios! Qué sería de mí hasta que el señor-chino-de-la-tienda-de-informática me llamara por teléfono para darme un diagnostico favorable a la resurrección! A que iba a dedicar mi vacío existencial mientras tanto! Sólo quedaban dos días de olimpiadas y tiempo apenas suficiente como para aprender a estimar las cualidades hipnóticas de la natación sincronizada, así que opté por algo más fácil: enamorarme de Almudena Cid, y luego: imaginar que me correspondía. Es una fullería estupenda, disfrutaba de una vida virtual consagrada a la felicidad hasta que decidió presentarme a sus virtuales padres… No pasé la prueba.

La tele tampoco ayudaba, ni la sexta, que ha retirado Navy de la programación de sobremesa, ni George Langelaan, ni toda la saga de los metabarones … sólo yo, conmigo mismo; y eso, señores, eso es duro. (Imagínense por un momento al cierre de las vacaciones, en pleno agosto, después de haberlo perdido todo en un 65%, sin la capacidad para concentrarse en un punto inmóvil por encima de sus cabezas a lo bunbury… )
Tal vez exagero, pero para mí supuso una de las experiencias más traumáticas de mi vida, eso y los suspensos de octavo, algo como si tuvieras una casa y se quemara, como si tuvieras una casa y a tu señora dentro de la casa y se quemara, como si tuvieras una casa y a tu señora dentro de la casa y a tu hijo dentro de tu señora con un futuro prometedor como tenista profesional. Sí, exagero, hay alternativas de vida más allá del portátil, y no quiero decir más allá con un vaso de martini en la mano sino más allá del martini… exagero otra vez.

Así que dos botellas más tarde me acerco por la tienda-de-informática-con-chino-que-me-dice-todo-arreglado-dice-muy-dificil-copiar-mucho-archivo-muchas-horas y yo digo que una mierda, lo único que ha hecho ha sido darle al botón de resetear, tengo al hijo de vuelta pero tonto, devuelto a la prehistoria, sin ninguno de todos esos adorables programitas que vas acumulando a lo largo del tiempo y que hacen de estos miserables cerebros de silicio los mejores amigos del hombre después del dinero, digo, de las mascotas.

Y que se le va a hacer! Llevar un ordenador a reparar es como llevar el coche al taller, no te enteras de nada de lo que dicen, al final hacen lo que quieren y te cobran lo que le sale de los huevos. Gracias a dios el chinito los tenía pequeños.

Estos últimos días he ido recuperando (descarga-instalación-descarga-instalación) la apariencia funcional de mi ordenador y casi lo tenía a punto cuando se ha vuelto a joder (un poquito esta vez). Ayer sí, pero hoy no, hoy me da igual, hoy no tengo ganas de arrojarlo por la ventana, me gusta verle como cojea, como resopla, apetece un rato de silencio tecnológico, Ayer No, pero Hoy Sí.

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jueves, 7 de agosto de 2008

Diez consejos útiles para sobrevivir a la bañera de María


Nada más bajarme del autobús supe que no iba a funcionar, esas pequeñas cosas que antes llenaban el espacio vacío mi vida como: abrir y cerrar repetidamente la puerta de la nevera, el tacto de los botones del mando a distancia, batir el record mundial de resistencia debajo de la ducha en apnea… habían dejado de tener sentido. Volver de las vacaciones siempre es algo duro pero cuando son las mejores vacaciones del mundo… no tiene nombre.




La bañera de María es un tanto peculiar, no es que sea pequeña, que lo es con avaricia, sino que está para colmo dividida por la mitad por un escalón inservible y la otra mitad combada como la superficie de un lavabo, por lo que mientras tratas de mantener los dos pies apoyados en las dimensiones de una palangana sin caerte, sujetas la cortina para no poner todo perdido y le agarras el truquillo al grifo del agua caliente al final olvidas cuando te incorporas que justo debajo de tu cabeza hay un armatoste de madera sosteniendo varios botes de champús… Entonces te golpeas, entonces pierdes el equilibrio, entonces te agarras a la cortina, entonces inundas el suelo, entonces pruebas a cerrar los grifos, entonces sólo puedes hacerlo con uno, entonces te abrasas, entonces tienes todavía un montón de jabón por todo el cuerpo y no te apetece intentarlo de nuevo. A partir de esta iniciática experiencia he elaborado un decálogo de normas que será la base de un futuro libro de autoayuda con el que pienso forrarme y del cuál os adelanto dos que resumen toda mi filosofía: Playa y Fiesta.

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De la playa puedo deciros mucho o poco; poco como que bastaron tres días para convertirme en un nudista convencido y mucho como para aprender a no meterme en el mar cuando las olas superan los dos metros largos de altura.
De la fiesta que todo comenzó y terminó con esta foto:



Si la ampliáis os daréis cuenta que las paredes de este bar lucen atestadas de fotografías de antiguos clientes pasándoselo en grande, nosotros disfrutando del mismo estado entusiasta y no queriendo ser menos planeamos imprimir la foto y enmarcarla para hacernos un hueco entre las personalidades que adornan El Imperial; donde no tengo muy claro si sirven los mejores pinchos del mundo pero seguro que es de los pocos en los que puedes emborracharte y cenar por el mismo precio.

Después del décimo albariño las chicas nos condujeron a uno de esos antros que te roban el corazón para el resto de tu vida: El Toni’s. Lo curioso es que al dueño se le conoce por “el Charly”, un señor muy majo con la camisa abierta y cadenaza de oro al que le puedes pedir una de Rafaella mientras te sirve garrafón del bueno.
En seguida arrinconamos a los demás contra la barra y nos hicimos con la pista de baile. Aquí estamos los chicos, dándolo todo.




Fue tan grande nuestro éxito que la gente enfervorecida nos aclamaba, se acercaban para pedirnos bises, autógrafos y nuestra ropa interior. Al irnos no quedó otra que saludar apasionadamente.



En fin, realmente no sé si fue para tanto, el alcohol ha dejado una laguna en esa franja de mi memoria. Cuando salimos irradiábamos tal euforia que faltaba media copa para alcanzar el cuarto grado de superación de un borracho, o dicho de otro modo: los cantos regionales.



Al regresar a casa de María convencí a Yoyis para ver Chuncking Express pero yo andaba tan perjudicado que era incapaz de leer los subtítulos hasta con la versión doblada.
No pasaron más de cinco horas que ya todos estábamos con pie y medio en la playa. Y a la tarde a bailar salsa en Castrelos, concierto gratuito (con un par los del Ayuntamiento) de la leyenda panameña Rubén Blades. Como el bailoteo cansa terminamos a las tantas en el Ecos, un restaurante que abre las veinticuatro horas del día, ¿Oyeron éso madrileños?! 24 horas.
María exhibió un par de trucos para subyugar la voluntad del camarero, que a la postre sería también el dueño. Primero con un:
“ Me has ofendido”
Para que le trajeran la carta de cliente vip, o sea, en inglés.
Y luego con un:
“Esta carne está poco hecha”
Para que repusieran la guarnición del plato que previamente se había comido.



El jueves más de lo mismo, más playa y más fiesta. Aquí los niños preparándose para ser malos tonight.




Este otro no necesita ser malo. Tiene poderes. Posta.




Me acuerdo que le pedí un martini rojo a la camarera y le dije, bueno, varios, bueno eso no le dije, antes me los había bebido, y le dije:
-¿Tienes novio?
-No – ella.
-Pues deberías tenerlo
(silencio dramático)
-Te voy a dar un número de teléfono.

Yoyis, si algún día te llama la camarera guapa de la terraza de la Plaza de la Constitución quiero una comisión del treinta por ciento. Aunque en aquel momento a Yoyis lo que menos le preocupaban eran las camareras, estaba bastante ocupado explorando nuevos horizontes culturales.



Así, ya que estaba me puse a casar gente, gente como David, que, digamos, se dedicaba también a eso de la exploración.



Y ya que estaba me puse a bailar breakdance. Amanecí con un moratón tremendo en la rodilla.

La playa de este día tiene su miga lo que podría convertir este post en el más largo de la historia así que lo contaré en otra oportunidad. Solo decir que Lore es mi superheroína favorita, salvó aquella tarde a dos chavales de morir ahogados. ¡CJ al rescate!



Llegamos al punto culminante de las vacaciones, la cena homenaje de los fans al afamado supercrisis.blogspot.com.

Los invitados.



El homenajeado.



El fondo norte. Sonriendo a cámara.




Y el fondo sur. Berto dándonos una clase magistral de gastronomía.



El tan esperado discurso y brindis final. Todos al borde de las lágrimas, ay!




Luego al Templo del Gato a pasar calor. Dentro solo aguantaron los valientes.



Terminamos la noche en el Vademécum para el que no dispongo de ilustración gráfica, bailando tecno a nivel profesional sin estar empastillados ni nada, eh! eh!


Jo! Que no acabo. Sabado, playa de Barra, la mejor playa del mundo, de la cual tampoco tengo manera de ilustrarla porque andábamos todos en pelotas.

Cangas, en busca del mejor bocadillo del mundo. La filarmónica.




Engulléndolo.




Más conciertos.




El Cristo Pajero.



Los lunes al sol, o los domingos.



María, santificado sea tu nombre, tu capacidad organizativa, tu paciencia…




Y sí, El Imperial. Y nuestra foto enmarcada y colgadita.



Si pasan cerca de Vigo, no lo duden, tómense unos albariños y visiten nuestro rincón en El Imperial, somos ya la segunda atracción turística en la provincia de Pontevedra después de las Cíes.

Santi me comentaba en el autobús todavía despidiéndonos que jamás lograríamos devolver todo lo que nos habían dado en esos seis días y pensaba yo que si alguna vez nos lo exigieran ley en mano, playa por playa, sonrisa por sonrisa, cariño por cariño…. tendríamos que huir del país. Muchas gracias por esa desenfrenada felicidad, la vuestra, en la mejor semana del mundo.

Por otro lado, chicas, ojo al parche, que todo no iban a ser buenas noticias. Aquí el frente masculino está trabajando en la confección de un plan alternativo y en directa competencia con el vuestro… Ta! Tata! Ta! - El Plan de la Pirindola -. Por el momento no es muy sofisticado que digamos pero hemos conseguido ponernos de acuerdo en cual será la fundamental primera regla:
_ Mudarse a Vigo.

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lunes, 14 de julio de 2008

El ex campeón del mundo

Tener un sueño no es malo, tener sólo tanto como para no poder permanecer despierto es una bendición. Mañana pienso enterrar un año entero de veinticuatro horas.


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boomp3.com
Hace tiempo cuando vivía en Lavapiés me gustaba dejarme caer terapéuticamente por la filmoteca dos o tres veces por semana. Ingería mi dosis específica de Erice, Antonioni, Kurosawa… como un buen niño con gafas de pasta. Solo después de tragarme los títulos de crédito me levantaba de la butaca para salir a la calle. No sé si la conservo pero por aquel entonces experimentaba una imperiosa necesidad reflexiva después del visionado de cada película y los escasos cinco minutos que me separaban de regreso a mi casa no eran margen suficiente si quería pasar de la premisa inicial, por lo que solía caminar en dirección contraria, a veces sin rumbo, otras atendiendo a una ruta programada de hora y media. El ímpetu de la reflexión decaía al cuarto semáforo en un ordinario cacareo autocomplaciente sobre que puntos de mi asquerosa vida estaba dispuesto a cambiar. Estaba dispuesto a cambiar muchas cosas. Aunque al decimoctavo ya no eran tantas continuaba alzando la vista hacia las escasas ventanas que se mantenían iluminadas amparado en la esperanza de responder a la pregunta de quién sería yo, qué tipo de vida me pertenecería si habitara tras ellas.

Hoy me he sorprendido evitando de nuevo el camino más corto para volver a mi casa, atendiendo a que en la actualidad vivo a una considerable distancia del centro y que ni siquiera he ido al cine repetir antiguos patrones me hace sospechar que las inquietudes de antaño vuelven a manifestarse no en base a la exigencia de transmutar ciertos aspectos perturbadores de una biografía diaria sino a nuestra permanente insatisfacción con lo que nos corresponde en cada momento, nuestra incapacidad para digerir que de bueno tiene llegar a un punto y conformarse, nuestra incapacidad para ya en las manos llenar la botella y luego, también nuestro, el talento para vaciarla del todo.

Sí, sí. Insatisfacción: andar a la brega, día y noche, de aquí para allá, en busca de un algo inconcreto, algo que nos haga sentir mejor, con el ánimo encendido, un motivo para levantarse, la ilusión de moverse, ir de camino, la excusa.

¿Qué tipo de excusa? No lo sé, una bastante buena. Alguna del tipo que anulara la posibilidad de ser canjeada por cualquier otra en un futuro, alguna clara y precisa que no pudiera ser modificada, interpretada o afectada por un agente externo, alguna, digamos, como el haber sido una soberbia estrella del rock y vender ahora tus propios discos a la salida de los bares, como la del boxeador que después de empeñar su cinturón de campeón del mundo no le queda otra que limpiar retretes para sobrevivir, una que justifique la razón por la que has luchado en esta vida y a la vez la razón por la que ya no es necesario seguir haciéndolo.

Parecería un discurso derrotista mas como diría el maestro Pedro Costa Pereira el significado de lo que es evidente no incluye el significado de lo que podría discutirse pero sí al contrario, y de todas maneras a pesar de su incorrección ética el hombre debería siempre reservarse el derecho a naufragar.

El derecho a escapar del requerimiento de lo correcto.

No como derecho pero sí como título yo elegiría reclamar el de ex campeón del mundo, no un título de vencedor en el pasado sino el que sin ganarlo nunca al obtenerlo lo ha perdido.

Un título a una rebeldía menor.

jueves, 10 de julio de 2008

Nico o cómo ser un gato de caricatura

¡!!! Ladies and Gentlemen ... con todos ustedes ... y de una vez por todas ...



... o cómo ser un gato de caricatura.





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