miércoles, 11 de junio de 2008

Presentaciones

“Estaba muy nervioso, el corazón me latía con fuerza y no era el momento apropiado para nada, mucho menos para hablar y decir algo con sentido. A los otros no parecía importarles demasiado el sentido de lo que decían, estaban convencidos de él y lo exteriorizaban con una seguridad atroz.”


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No es que tenga una gran experiencia en la relación con los demás, a veces hablo demasiado y otras ni siquiera abro la boca, nunca tuve muy claro cuando es el momento adecuado para despedirse sin aparentar que pretendo deshacerme de una compañía incomoda o sin aparentar que espero más de lo que un primer encuentro puede ofrecer, tampoco si debo continuar con un tema de conversación que no me interesa pero sí al resto, no sé cómo si continua callarme, asentir o imitarles y no sé cómo ser educado al interrumpir o cómo seguir siéndolo cuando sin atreverme a hacerlo es el momento adecuado para ello; no es fácil y no tengo ni idea, pero presumo que a la hora de las presentaciones muy pocos la tienen.

Resulta relativamente sencillo pensar que uno se conoce bastante bien a sí mismo y por ende que puede llegar a conocer a los demás aplicando el mismo procedimiento, la cosa es que casi nadie se conoce. Nos gusta causar buena impresión, por lo menos a mí me gusta causarla, sobre todo cuando te presentan a alguien que todavía no sabe de que pie cojeas, y como no lo sabe sería descortés informarle porque seguro espera algo mejor de ti, y como es seguro que lo espera dispones justo antes del intercambio natural de saludos de entre diez y cincuenta segundos para fabricar una buena cabecera que resuma sinópticamente lo que sí puede esperar.

Las cabeceras están ideadas para emperifollar la incomodidad de los títulos de crédito, por otra parte inevitables: cómo era que te llamabas? ah perdona y qué haces? trabajas qué tipo de trabajo? bueno y tienes hermanos? una hermana vale dónde vives? te apetece tomar algo? no pues vaya hace calor eh? te has leído ese libro has visto esa película te gusta el café? qué quieres hacer? háblame de ti! Ufff… A no ser que seas Chris Martin y puedas regodearte en cada respuesta lo idóneo sería salpicar toda esta demanda informativa con un electrizante tema musical y un llamativo montaje. Así que si no eres una estrella del pop o el propio David Lynch abstente de intros como la de Twin Peaks.

Nunca habría que caer en el plano opuesto, ir de sobrado a lo Smallville porque luego no nos alcanza ni la clase ni el presupuesto, además sería contraproducente que nos tomaran por adolescentes a nuestra edad. Tampoco ya más adultas servirían la de C.S.I. por agresiva ni la de Californication por asemejarse excesivamente a un anuncio de Calvin Klein.

Debería reducirse a algo conciso, ingenioso y divertido como en The It Crowd pero sin ganarnos de una el apelativo freak, algo como la cabecera de The Office, música tomando ritmo, presentación del espacio, personajes y todo ello después de un buen chiste introductorio de minuto y tres cuartos. Es una estupenda manera de captar adeptos y bueno, de desviar la atención. En casos de necesidad conviene utilizar la intro de Cómo conocí a vuestra madre, casi siempre da buen resultado, eso sí, la primera anécdota que cuentes debe estar bien lograda porque se trata de enganchar y de que dure; en el momento que los tengas engatusados, a los cinco minutos, puedes soltar de sopetón una cabecera de apenas doce segundos, la musiquita molona e inmediatamente continuar con la sublime anécdota mientras intercalas los créditos; lograrías casarte con la chica y ni se daría cuenta de que en realidad no trabajas como agente doble para el gobierno de Pakistán.

Pero está en manos de la clase de persona que seas, hay gente seria por ahí que prefiere tomarse las cosas con un poco más de sofisticación y creo que Prison Break para los fanáticos de los cliffhangers psicológicos y Roma para los monumentalistas son dos buenos ejemplos.

Particularmente me decanto por las obras maestras, nada más cruzarnos la mirada, el extraño/a y yo, dios sabe que propongo el mayor desafío audiovisual de la historia de la televisión, en este caso, de las relaciones humanas. Dependiendo también de mi estado de ánimo; hay periodos en los que te sientes un tipo tan duro que serías capaz de comenzar a fumar dos cajas de montecristos al día y entonces piensas en Los Sopranos mientras miras por la ventanilla del autobús. Hay otros periodos más oscuros, interrogantes, en los que no te apetece hablar más de la cuenta, en esos adoptas una actitud misteriosa, son días de Expediente X. Pero sobre todo si quieres impresionar, si quieres dejarles con un palmo de narices, conseguir que despidan a tu jefe, montarte un trío, que tu mamá se sienta orgullosa de ti… hazte un desayuno como el de Dexter. Y si todavía no estás contento y aspiras a desnaturalizar todas tus insuficiencias de un solo golpe cúrrate la maravilla que es la intro de Six Feet Under. Aunque esté fuera de tus posibilidades merece la pena intentarlo, aún saliendo mal habrás despertado tantas expectativas en minuto y medio que les importará un pimiento que en realidad hables y actúes como un gilipollas, regresarán a sus hogares con la sensación de haber conocido a una persona extraordinaria que tan solo está pasando una mala racha.

No hay día que deje pasar la oportunidad de intentarlo, lo malo que a mi no me sale ni el pajarraco, por muchos Thomas Newman que haya escuchado, por muchas pelis de Wong Kar Way que me haya tragado, es inútil, después de varios intentonas al final termino por enchufar un burdo remedo de Cheers, con sus fotitos nostálgicas, la melodía entrañable, entrañable… por si cuela. La mayor de las veces no cuela y tienes que cambiar de tercio lo más discretamente posible, pasarte al bando cómico antes de que se den cuenta que tienen una cita súper importante a las ocho de la mañana del día siguiente y cambien de canal.

Este tipo de maniobras suelen ocasionar algunos inconvenientes puesto que la urgencia por arreglar las cosas puede hacernos perder nuestro punto de referencia con la realidad y lo que en principio juzgamos a todas luces gracioso únicamente tal vez lo sea solo para nosotros. Antes de que degenere en el patetismo de un Matrimonio con hijos correspondería comprimir el número de elementos propensos a molestar a unos mínimos razonables, a uno, dos acaso, un tío calvo, en bicicleta, por eso eliges Get a Life, por su bajo coste y porque es uno de esos chistes que aun viéndolos mil veces siempre te provocan una sonrisa.

Parece una soberana idiotez lo que estoy diciendo pero escoger la cabecera que te va a representar durante el tiempo que dura un primer encuentro podría llegar a determinar tu comportamiento en lo sucesivo. Me explico: no es lo mismo comenzar con un “que tal colega?” que hacerlo con un “encantado de conocerte”, cada detalle afianza la imagen que al otro le posibilita reconocernos y pensar en nosotros, por lo que entre más detalles se encaminen en una misma dirección mayores probabilidades tendremos de acumular un número de reconocimientos lo suficientemente grande que impida a nuestro share bajar del 20%, lo contrario supondría incurrir en una crisis general de autoestima. Como esclavos de las audiencias que somos si en su momento nos inclinamos por un “qué tal colega?” con posterioridad debemos continuar actuando de modo que nuestra conducta subsiguiente encaje con la clase de tío que soltaría ese primigenio “qué tal colega?”, porque justo eso es lo que esperan de nosotros, eso les gusta, hace las cosas más fáciles, y a nosotros nos gusta que les guste, nos hace las cosas más fáciles. Cuantas veces habrás tenido que engullir la maldita pizza con anchoas porque en el primer encuentro los otros fueron quienes eligieron los ingredientes y luego te preguntaron: “está bien así, no?” Como te iniciaste con un “encantado de conocerte” más tarde no podías soltar: “odio las anchoas”, te conformaste con un: “vale”. Por esta razón debemos poner especial cuidado a la hora de las presentaciones en elegir una cabecera que no sea incomoda, porque a buen seguro arrastraremos esa imagen durante el resto de la temporada.

- Si yo de verdad pudiera elegir una en vez de improvisarla forzado por las circunstancias sin duda elegiría la de Doctor en Alaska, tan descriptiva y sencilla como un alce paseando por las calles desiertas de una ciudad.

¿Cuál elegirías tú?

2 comentarios:

Pato dijo...

The League of Gentlemen, aun a riesgo de que nadie me vuelva a dirigir la palabra por friki y misántropa. En su defecto Muchachada Nui (¡hay los gaticos!)

Qcousas dijo...

Sex and the City, por suposto... co adelanto do capítulo no que a Steve lle falta un ovo... foi tan gracioso...

Por certo, meu: "por lo que ENTRE más detalles se encaminen"... ES INCORRIXIBLE!!!!!!!

Un bico e unha aperta!

Silvi vén en xullo a Galicia, e ti? e David? e Santi? por fa!!!!!!!!!!