jueves, 11 de septiembre de 2008

Yo, que sigo siendo todavía mejor que los demás

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Boomp3.com
Que estuviera cantando esta canción no es extraño, que lo hiciera a grito pelado a las doce y media de la mañana mientras todo el mundo me miraba podría parecerlo a no ser que experimentara uno de esos estadios metafísicos de inusitado “optimismo” que atraviesa el alma humana de cuando en cuando, es decir, cuando se está borracho, y yo lo estaba, o al menos lo conservaba de la noche anterior.



En este tipo de mañanas es mejor fingir una gastroenteritis y no ir a trabajar porque aunque lo intentas por todos los medios no puedes evitar hacer gala de una facilidad de palabra fuera de lo normal. Después de comer se me había pasado ya el efecto y fui a dar un paseo. Compré el Rolling Stone de este mes y mi sexto coleccionable de cómo aprender a dibujar manga, no por fanatismo sino porque, y los que dibujan lo saben, dos plumillas, goma y tintero por un euro es todo un regalo.

Me leí de pe a pa el reportaje que le han dedicado a la Amy y pensé que si yo fuera un maldito me gustaría ser igual de maldito que Jeff Buckley, o tal vez mejor como Elliot Smith o bueno… Luego llamé a mi amiga Rosario que no me agarró el teléfono. Ustedes a Rosario no la conocen pero yo les digo que si ustedes pudieran diseñar a su gusto la perfecta compinche de parranda no podrían pensar en algo mejor de lo que es ella. Le debo muchas noches de risas y algún plato de macarrones a la amanecida.



Esa noche me metió en un taxi a la hora en la que el alcohol convierte mi carroza en una calabaza y dejo de ser un ocurrente payaso para convertirme en un vulgar borracho. El taxista me preguntó un par de veces donde quería que ir pero simulé no oírlo, cuando estaba a punto de parar y echarme le dije que me llevara a la farmacia de guardia más cercana. Le estaba tocando los huevos pero merecía la pena, le pedí que me esperara mientras compraba una caja de preservativos, saqué un par de ellos y me los metí en el bolsillo, al pagarle le dije que se podía quedar con el cambio y también con la caja de condones; imaginé que me sonreía con admiración y gratitud pero bien pudo darme una hostia.

En algún momento deberían sacarme una tarjeta amarilla.


(La canción es de Vetusta Morla, y sí, no son el Radiohead de Tres Cantos que a todos nos gustaría pero son algo más que carne de Radio 3, la sorpresa más grata en el panorama alternativo nacional desde que Standstill se pasara al castellano.)
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder Manué,q no pongas fotos que me da vergüenza.No me contaste lo del taxista,estas fatal.

Besos

Anónimo dijo...

Di que no, que sale muy guapa. Los macarrones de rosarito son un clásico de las noches de fiesta, y de alguna resaca, y de algun dia que no ha hecho la compra y y y... :p

Un beso.


Patri.

Anónimo dijo...

Llevamos un rato pensando como devolverte lo de ayer y hemos llegado a la conclusión de que un simple comentario no nos satisface lo suficiente, de todos modos, eso de que celebraras tu matrimonio con todas, no nos ha hecho ninguna gracia, Angeles y yo nos queremos un montón y podemos entenderlo pero las demas!! Por cierto no olvides lo del polo con el lagarto o en su defecto con el caballo...bicos

Lore y Angeles

el amigo de ted dijo...

Solo puedo decir, como haría cualquier folklórica, que todos mis matrimonios fueron por amor.

Ummnn, un polo con lagarto y jerseicito al cuello... no me motiva... Y no podría disfrazarme de otra cosa? Como de un indiana jones urbano por ejemplo?