domingo, 19 de octubre de 2008

Descripción de vuelo


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Flying Saucer Attack - Come and Close My Eyes
Antes, en los árboles, cientos de estrellas de agua, en cada hoja, sin llegar a tocarse, como incorpóreos granos de azúcar brillando a cuatro centímetros de las pupilas, antes, de estallar en una informe y mayor fracción de lo mismo, antes, de que la suma de sus yoes les confiriera peso y fueran devueltas a la tierra…

A cuarenta metros del suelo la lluvia siempre es una mala noticia, empapa las ropas y el cabello, el agua se va filtrando lentamente a través de la piel hasta el hueso, alojándose en los espacios vacios de la carne para al cabo reintegrar la gravedad a sus miembros…

Tiemblas, te gustaría no haberte alejado tanto, ahora puede que necesites caminar una o dos horas hasta el cuarto de baño, no estás seguro, encajas las manos en los bolsillos y tratas de fijar en tu memoria todo lo que has visto esa noche a cuarenta metros del suelo…

Con siete años nada tiene demasiada importancia, nada si de verdad no la tiene, por eso no insistes demasiado cuando por pura diversión has flexionado las piernas hasta que has podido sujetarte las rodillas con los brazos y te has deslizado por el aire alrededor de tres segundos. Es un juego, y como en casi todos tus juegos los adultos prestan poca atención. Por eso no vas a ir corriendo detrás de tu madre enrojecido de entusiasmo a explicarle como has podido deslizarte a medio metro del suelo. Corres pero para cogerle la mano, ella habla con una señora gorda que no has visto antes, cuando aprietas sus dedos deja de hablar y entráis en el mercado de San Fernando, hacéis el recorrido habitual, no te gusta como huele el mercado, sobre todo la carnicería dónde tu madre te abandona guardando cola, no lo entiendes, porque no tienes ni idea de lo que quiere comprar, no tienes dinero, eres muy pequeño y los demás te miran como si no estuvieras allí, odias eso, odias guardar cola, algún día tu madre llegará demasiado tarde, piensas, me tocará el turno de pedir y no sabré que hacer, creerán que soy idiota, te gustaría poder escapar…

Descubres que es relativamente sencillo, no siempre lo consigues pero casi siempre que lo intentas eres capaz de saltar sin impulsarte y mantener luego en un vientre aéreo los pies despegados del suelo; pero lo que no puedes es ascender por ti mismo más allá del medio metro original, deberías subir a algún lugar elevado y probar desde allí. La ventana de tu casa es el lugar más elevado que conoces, miras hacia abajo subido a una silla y te entra el miedo, está demasiado alto. Pero no hay ningún sentido en tener un nuevo juego y no jugar hasta cansarse de él, es tú lógica infantil; tal vez esta noche no, pero en las siguientes sabrás cómo encaramarte al alfeizar de tu ventana y cómo dejarte caer hacia abajo…


Cuanto mayor sea la altura mayor será la duración del vuelo, eso lo asimilaste bastante rápido. Al principio te precipitabas casi de inmediato, sin apenas trasladarte, pero con los años has aprendido a utilizar las corrientes de aire para prolongar los deslizamientos, has aprendido que basta una ligera inclinación del cuerpo hacia la izquierda para ir a la izquierda y que una pequeña inclinación hacia la derecha te lleva al lado opuesto. Que puedes endurecerte y caer a voluntad o sustentarte en un punto como si aguantaras la respiración. Y aprenderás todavía muchas más.

Te encanta hacerlo, miras hacia los lados comprobando que nadie pueda sorprenderte, después de pasear durante horas, antes de que amanezca, y subes, sin más. Fue lo último que aprendiste, a elevarte sin más, desde los adoquines hasta no demasiado arriba para poder mirar por las ventanas e intuir sus sueños, para contarlos todos, del cien al millón cada uno, y luego sonreír cómplice de ti mismo y decir: ¡Menudo desperdicio!

Mucho más tarde conociste a otros, otros que te aseguraron que podían hacer lo mismo que tú, pero tú jamás viste a ninguno de ellos cuando estabas allí arriba, por eso dudabas de ellos, tanto como ellos dudaban de ti, imaginas. Pero ahora ya no importa, como las cosas que de verdad ya no importan, ahora eres tú el que de verdad no puede hacerlo, has olvidado cómo, y si ellos pudieran, realmente para ti, ya poco importa.

5 comentarios:

Pato dijo...

Ha sido un placer leer esta entrada. Otro día me la explicas.
Bico x

Anónimo dijo...

Anoche le comentaba a mi hermana que a ver cuando hacías una actualización de este tipo. Muy bonita. Un beso.

Patri.

Anónimo dijo...

Estás hecho un poeta,mala gente.Besos.
Rosario

Nootka dijo...

¿sabes volar?
qué guay
un beso

Bubu dijo...

vuelas para perderte?

me debes un retrato.

muacks