lunes, 17 de noviembre de 2008

Jet Lag



El maldito beep-beep que suena a las tres y media de la madrugada no es el maldito beep-beep que te hubiera gustado que sonase. Estabas jugueteando con el cable de los auriculares calculando cuidadosamente en qué momento si tienes en cuenta el volumen que sueles utilizar para escuchar música podría acarrearte un gasto de unos novecientos euros en un modesto audífono antes de los cincuenta, unos novecientos euros que mermarán algo de competitividad en tu exitosa carrera a la hora de padecer una cirrosis hepática antes también de los cincuenta. Seguro, justo antes de tu cumpleaños. Pero lo has oído, aún por encima de Lucinda Williams, así que puedes estar tranquilo, un latido sordo se ha ahogado en tu corazón o en la esperanza, ¿verdad? Qué bonito.
...

De manera involuntaria piensas en la muchacha con el reloj calculadora, estabas esperando o bebiendo mientras ella también esperaba en la mesa de al lado. Durante un rato dio un poco de sentido a toda la tarde, luego se marchó. Parecería estúpido esperar que fuera ella cuando ni siquiera te conoce, pero no lo es, me dices, en eso consiste, así trabaja el deseo. Por supuesto que no lo es, sólo un anuncio de orange, pero por un momento la posibilidad de que hubiera sido ella ha sido la más real entre todas las demás probabilidades. Existen dos tipos de realidad, me aclaras, la realidad experimentada y la realidad imaginada y ninguna de las dos es del todo real. La experiencia o el conjunto de ellas conforman la imagen de la primera y el anhelo proyectado en esta primera confecciona la imagen de la segunda. La distancia que surge entre ambas es un cartel de bienvenida a la tristeza. “Los más felices serán entonces aquellos para los cuales la frontera entre las dos realidades es menor”, deduces envalentonado, claro, que te equivocas, no lo entiendes todavía, en alguna ocasión te lo explicaré, con calma. Ahora me gustaría que continuaras pensando en la muchacha con el reloj calculadora, ah, no me vas a hacer caso, lo sé. Estás pensando en el deseo de una manera abstracta, aislándolo de cualquier servidumbre emocional. Te reconforta desear cosas, cosas pequeñas, concretas, pero más te gustaría desear las grandes, abrigar un sueño, un significado mayúsculo, la razón de ser… Desear desear, paradójico. Hay un personaje en Stalker, (Stalker es una peli, stalker es el personaje, stalker significa guía) que ha dedicado toda su vida a conducir a ciertos individuos a través de “La Zona” (“La Zona” es un lugar ficticio donde no rigen las pautas habituales de realidad) hasta “La Habitación” (“La Habitación” es el centro de La Zona y concede el más sincero deseo de toda persona). Al llegar allí los otros personajes (el escritor y el científico) le acusan de intentar engañarles, no entienden por qué si ha estado más veces y si realmente funciona nunca ha pedido él un deseo. El stalker trata de explicarles que no puede hacerlo, si lo hiciera dejarían de existir guías para otras personas. Cuenta una historia, la de su hermano, también stalker, una vez entró en “La Habitación” y salió de ella convertido en un hombre rico, ése era su deseo más sincero, no pudo soportarlo y se suicidó. Al final ninguno de los tres se atreve a enfrentar lo que verdaderamente es, lo que verdaderamente desea. Dada la circunstancia, si tuvieras que hacerlo, si tu deseo se cumpliera… sospechas, no sucedería nada, tal vez se abriría un gran pedazo de abismo en el cosmos.


Sería gracioso, me digo, nada más. Antes siempre apagabas el móvil para que nadie pudiera interrumpir tu sueño, eso era cuando aun podías dormir por las noches; en las noches nadie llama igualmente pero lo apagabas por si acaso, ahora estás despierto así que no lo apagas, de todos modos nadie llama, llaman por el día, cuando estás durmiendo, lo que te fuerza a responder con voz de atontado, con las neuronas pegadas al cielo del cráneo. Al acostarte andas tan cansado que olvidas que la gente llama durante el día pero sería mejor que lo hicieran por la noche, cuando todo el mundo duerme, cuando nadie dice nada lo que tú dices cobra mayor transcendencia, resuena con más ímpetu, imprime otro significado de la palabra en el oído… Jet Lag, me diagnosticas, descompensación horaria, disritmia circadiana o síndrome de los husos horarios, ¿se puede tener eso sin viajar en absoluto? Supongo que sí, supongo que yo lo tengo, que trasladarse desde lo imaginado a lo experimentado es todo un viaje transoceánico, con un montón de “horas” de diferencia, claro que también llevo un mes estimando que tengo cáncer en la mano izquierda y no acudo al médico porque me da miedo que cuando lo haga vaticine que me restan tan sólo dos semanas de vida y, hombre, contando que ya compré ticket para el concierto de Iván Ferreiro voy a andar un poco justo si me arriesgo. No es broma, estoy convencido de ello, incluso ha comenzado a dolerme la mano derecha, y la garganta, y la cabeza… o, es posible (holy shit!) que haya pillado una gripe.

En fin, no es tan malo, quizá me cure, fíjate son las ocho de la mañana y estoy a punto de salir a dar un paseo, junto con la gente madrugadora, y cada vez lo hago más tarde, poquito a poco, quién sabe si en un par de años habré logrado dar por completo la vuelta a la tortilla y podré acostarme a las doce o a la una como cualquier ser humano civilizado.

De todos modos un mensaje a las tres y media de la madrugada siempre sonará tan convincentemente esperanzador que pueda me salve antes la vida.
...

5 comentarios:

Pato dijo...

1. No tengo tu número de móvil.
2. Seguro que es solo un quiste.
3. Stalker también significa "acosador"... ¿coincidencia?
4. Arriba el ánimo, que en seguida te llegará un paquetito con una carta absurda, de las que a ti te gustan. :D (me encantan las caritas sonrientes, es que me encantan!).

Qcousas dijo...

Ummmm!!!! Non vou dicir o que opino deste relación que está xurdindo entre volos dous...

Eu chamo de madrugada.

Bicos atlánticos.

Anónimo dijo...

Pues si tu teoría es cierta,yo debo tener un jet lag de la hostia...
Nevermind,así cantaremos con más ganas aún esa canción.
Cucha,no seas hipocondriaco,so pupas.
Me ha encantao esta entrada.
Besos

Rosario

Nootka dijo...

La realidad real y la realidad imaginada. ¿cual es más real para cada uno de nosotros? Depende si eres esclavo de tus sueños o no, y esto, ¿sería malo? Ay, no lo sé.
“Los más felices serán entonces aquellos para los cuales la frontera entre las dos realidades es menor”
Entonces, pienso (envalentonada), los que no tienen capacidad de imaginar, los que carecen de sueños siempre nos llevarían ventaja, y mira que yo creo que no es asi.
Pero es solamente una opinión.
Me ha gustado mucho, Amigo de ted, lo que has escrito. ;)
Un beso

silvina magari dijo...

Acabo de borrar mi ultima entrada, para qué.

Pero lo tuyo: para todo.

Te quiero.

Gracias por venir.