El sudor me empapa la frente, lo noto acumulándose en la nuca, en el cabello detrás de las orejas. Casi no puedo respirar. Aun así me comprimo todavía más, capturando el aire justo, como si la avería de un submarino hubiera tomado la habitación.
Permanezco tan
inmóvil como soy capaz, rogando porque el latido aplaque ya de una vez su
escandalera y guarde silencio. Ella también se halla inmóvil, se ha acurrucado
en un lado de la cama y está a punto de dormirse.
Hasta mi oído llega el tic-tac de su reloj de pulsera, se ha
hecho más evidente ahora en esta burbuja de calma. Va marcando el tiempo que
nos queda, quince minutos, un segundo, una centésima menos…
Sé que con tan solo mover un brazo, sé que agitándome un
poco ese tic-tac nos va a explotar en la cara como un sol de mediodía. Así que
sigo quieto, callado, respirando apenas.
Aumento quizá una pizca más la presión, entierro más mi
cabeza en su cuello… imagino en la yema
de mis dedos un poder sobrenatural para confundir piel y sueño, una habilidad
para saltarse el mañana y el que viene.
Se ha despertado. Los sonidos de la madrugada nos asaltan a
través de la ventana. Me aproximo a sus labios, me mira con los ojos todavía
medio entreabiertos, sonríe dulcemente. Mientras nos vestimos murmura que no es
justo. No es justo, repite y nos abrazamos.
Bromeo, le digo que la próxima vez compraré una cuerda y la
ataré tan fuerte a la cama que no podrá irse. Me devuelve de nuevo una sonrisa
irrepetible, tan hermosa que podría tumbar a un gigante mitológico.
Pienso que a veces la vida te propina una maravillosa bofetada de belleza en la cara.
Pienso que a veces la vida te propina una maravillosa bofetada de belleza en la cara.
Caminamos cogidos de la mano. Soltamos nuestras manos. Reímos.
En la esquina paramos un taxi, antes de que llegue nos besamos, tierna,
furtivamente. Nos despedimos, cierro la puerta y contemplo su silueta desvaneciéndose
en el interior del coche.
Regreso a casa, meto mis manos en los bolsillos y aprieto
los puños dentro. No sé muy bien por qué lo hago, puede que pretenda retener de esa
manera la evocación física de esta noche, un botín para la memoria.
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