jueves, 8 de julio de 2010

...olvidamos a Winona

1
Mi madre dice niño ya está bien. Entra en el cuarto, me mira con la cara tiesa, luego sale y apaga la luz. Mi madre dice sal a la calle que hace buen día.

La escucho hablar sola en la cocina, moviendo cacharros de un lado a otro. Subo el volumen de la radio. Me encanta este programa, dan viejas canciones de los ochenta que no conozco, suena Electricity de OMD, cabeceo al ritmo de la música y sigo dibujando.

De la calle llegan mi hermana y su amiga Sandra. Se sirven unos refrescos y entran en la habitación de al lado. También las escucho a ellas. Hablan del nuevo cuatrimestre en la universidad, de lo mal que está todo, de cómo van a hacer para conseguir un trabajo cuando terminen, hablan de la “Generación X”. Yo no sé que es la Generación X pero suena bien y me gustaría formar parte de la misma.

Sandra golpea suavemente la puerta abierta y me sonríe. Pregunta si puede entrar, le digo que claro. Me gusta Sandra, ella no es muy guapa, está un poco gorda, tiene bigote, y se viste con ropa vieja y demasiado ancha. Pero siempre que viene me trae algo. Hoy ha sacado de su bolso dos nuevos números de Xenon y otros dos de Crying Freeman, de este último me advierte que carga alguna viñeta subida de tono, que mejor no lo deje tirado por ahí, sonríe. Yo no tengo dinero para comprarme cómics, sino fuera por ella todavía continuaría releyendo mis roñosos tebeos de los X-Men. Charlamos durante horas, le enseño mis dibujos, mis primeros intentos de construir un cómic. Ella los mira y los remira. Luego critica algún asunto sin darle demasiada importancia, animándome al punto a continuar con la historia. A veces se hace demasiado tarde, entonces repara angustiada en la hora y se levanta para despedirse. Odia que esto suceda. Cuando mi madre termina de preparar la cena la obliga a quedarse. Es algo maniática con eso de las comidas, sólo come ciertos alimentos y en determinado orden, las tortillas de patata y embutidos de mi madre rompen de una patada todos sus ritos digestivos. Como no quiere menospreciar la comida que le ofrecen prueba un poco de cada cosa para al rato excusarse con que está llena. Observo su cara de sufrimiento y me burlo de ella con la espontaneidad ridícula de mis quince años. Ella pone la cara como si me odiara. Sonrío.


2Seis meses después dejo caer la linterna al suelo y sofoco una carcajada de entusiasmo aplastando mi rostro contra la almohada. He terminado de leer Cien años de soledad y acabo de perder el miedo a la literatura “seria”.

Cuando me calmo compruebo que no haya roto la linterna, aquí arriba, en esta parte de la casa no hay luz eléctrica y si me la hubiese cargado me llevaría una buena bronca. Hace un par de veranos que elegí dormir aquí mientras duraran nuestras vacaciones en el pueblo, separado del resto de mi familia que descansan al otro lado del patio. Los antiguos hogares rurales solían estar divididos en dos departamentos, uno para su uso como vivienda y otro para su utilización en las diferentes labores del campo. En el tiempo en que mi abuelo se enfadó con su esposa habilitó uno de los cuartos del taller como dormitorio. Vivieron diez años en la misma casa sin apenas cruzar palabra. Aun permanece tal y como lo dejara, sin más muebles que una cama plegable y un minúsculo armario empotrado. Tal vez por eso me guste, porque está vacío. En noches de mucho calor me tumbo sobre el entarimado y me pongo a leer por si me viene la fatiga y logro conciliar el sueño. Casi siempre después de un par de horas de lectura lo consigo, pero hoy ha tenido el efecto contrario. Un efecto semejante, por tonto que parezca, al que siendo crío experimentaba al resolver algún problema matemático de la escuela, no a causa de haber hallado la solución sino por el modo en el que había llegado a ella, por la comprensión del proceso.

Me veo bajando cautelosamente las escaleras como si hubiera dejado de ser yo el que las baja, como si fuera otro el que entra de manera furtiva en la cocina y elige galletas y queso como alimentos básicos para una supervivencia y yo solo leyera: Después de cargar la mochila dejó una nota en la ventana con un sucinto me voy de excursión, vuelvo mañana.

Ese mañana llega al cuarto día, con el atardecer y mis padres esperándome aterrados en la embocadura del patio. Mi madre está llorando y comienza a regañarme, mi padre está detrás de ella, sentado, con sus enormes manos sujetándose la cabeza. Comprendo de súbito otro proceso, que mi manera de entender la realidad no es ni por asomo común al resto de las personas que conozco, que son muy diferentes y que cada cual ya ha hecho su propia interpretación de la misma.

Mi padre se levanta de la silla, avanza unos pasos hacia mí y me da una bofetada tan fuerte que me tira al suelo.


3


And they wonder why those of us in our twenties...
refuse to work an 80-hour week...

just so we can afford to buy their BMWs...

why we aren't interested...
in the counterculture that they invented...
as if we did not see them disembowel their revolution...
for a pair of running shoes.

But the question remains...

what are we going to do now?
How can we repair all the damage we inherited?

Fellow graduates, the answer is simple.

The answer is...
The answer is...

I don't know.


El texto pertenece al discurso de graduación de una estudiante universitaria estadounidense. El discurso pertenece a la voz de Lelaina Pierce. Lelaina vive en Houston, comparte piso con su amiga Vickie, trabaja como asistente de producción en un programa de la televisión local y en sus ratos libres le gusta grabar en video a sus amigos. Lelaina es un personaje de ficción. En la próxima hora y media habitará circunstancialmente en el televisor de la casa de mis padres. Aunque tardará mucho más en desaparecer de mi mente. De hecho en la siguiente semana creeré haberla visto en el rostro de más de una docena de chicas reales. Incluso años después pensaré que en realidad es de la imagen que nos enamoramos y no de la persona. Que la imagen por tanto sirve para creer en los demás como nosotros pensamos que podemos amarles. Y que al fin y al cabo lo único que amamos es la idea que tenemos del querer. Una idea que posiblemente nunca sea la idónea, y que tal vez ni siquiera nos pertenezca.

Pero por ahora solo estoy disfrutando de una película.


4

No me cree cuando le digo que fue el propio Ben Stiller quien dirigió Reality Bites, tengo que dejar de reírme para convencerla. Se siente un tanto decepcionada, le encanta esta peli, cuando menos esperaba un director de culto. Le explico que el Stiller de entonces no es el mismo tipo que acaba de estrenar Algo pasa con Mary, era joven, no tanto como nosotros ahora pero con todavía inquietudes y preguntas sin resolver, y le ofrecían la posibilidad de dirigir su primera cinta sobre la base de un guión muy estimulante, un guión que hablaba de ellos mismos, de él, de Winona, de Ethan… de sus padres divorciados, de sus amigos, de sus aspiraciones… Cuando eres joven quieres contar cosas, supones que tienes cosas que contar. Ella me mira de hito en hito, esperando que continúe mi perorata, de algún modo me ha tomado por una especie de enciclopedia cinematográfica, y yo aliento esa imagen creada porque en verdad no tengo otra cosa de que presumir, así que cuando hace las preguntas difíciles, esas para las que no tengo respuestas, trato de soltar un rollo para confundirla o directamente me las invento. Algunas veces son tan increíbles y descaradas que le entran auténticos ataques de risa. Su carcajada suena franca y cautivadora, al menos a mí me lo parece; contando, claro, que soy algo pendejo y que ando bastante colado por ella.

Acompaño a Diana dos veces por semana hasta la puerta de su casa. Tan solo en esos dos días coinciden nuestros turnos en el restaurante. Como salimos después de que el último metro haya pasado me ofrezco a acompañarla. No me importa tener luego que desandar el camino para llegar a la mía. Hace un año tenía otro trabajo, salía también bastante tarde y como le gusta caminar casi siempre regresaba dando un paseo. En una de esas noches la asaltaron dos individuos, uno llevaba una navaja, el otro la sujetó por detrás. El de la navaja le hizo un corte en un brazo cuando ella intentaba defenderse. Al final agarraron de su bolso el monedero y el walkman y salieron corriendo. Estuvo un mes entero sin salir de casa.

Al principio no hablábamos mucho, yo me limitaba a escoltarla hasta su portal, intercambiando apenas algunas frases de compromiso acerca de los gustos y hobbies de cada uno. Con el tiempo esos treinta minutos de paseo eran lo mejor que me pasaba en la semana. Estoy a punto de soltarle eso mismo cuando me dice que va a dejar el curro. Le pregunto que por qué. Me responde que ha estado buscando trabajo fuera de España y que ayer recibió noticias de una familia en Australia que le ofrece un empleo de au pair. Afirma que quiere hablar bien inglés para cuando vuelva optar a un buen puesto de trabajo. Ya, le digo, lo que no entiendo es por qué tan lejos, por qué no Londres o Edimburgo que son solo unas horas de avión. Me aclara que cuando uno se marcha es mejor hacerlo lo más lejos posible, que en Australia no podrá regresar tan fácilmente, que si le entra el pánico y comienza a echar de menos a su familia se lo pensará dos veces antes de tirar por la borda su proyecto inmediato de vida. Le pregunto cuáles son sus expectativas. Cambiar, dice, vivir sola, hacerlo en un lugar diferente, con otra cultura, con otra gente, conocer a esa gente, viajar… Al decir esto entorna los ojos, desvía la mirada y se calla. Yo no me atrevo a hacer más preguntas.

Cuando llegamos me da un beso y me pregunta qué quiero que me traiga. No lo sé, le digo, tráeme algo bonito.


5 comentarios:

Qcousas dijo...

Cando un amigo/a viaxa, eu sempre pido o mesmo..."un pouco de artesanía do lugar", pídolle..."un cachondo", por exemplo...
Pero nada, non dá resultado.

Pato dijo...

Jo. Yo recuerdo a Cousas y a Flavia enamoradas del personaje de Ethan Hawke, mientras yo fruncía el ceño y negaba con la cabeza. A Winona siempre la tengo presente, por cleptómana y drogata, pero esta peli es pa vosotros, wannabes súper-guays, a mí ni que me pagasen me enamoraría del chulito ese.
Cousas, si encontrase un cachondo, sabes que me lo quedaría, pero ¿cuándo he encontrado yo uno, dime, cuándo?... snif...

Anónimo dijo...

Pues yo no he visto "Reality bites", en aquella época yo era antitodo, especialmente antiñoñerías, y me negué a verla (o creo haberlo hecho, al menos). Pero lo cierto es que últimamente pienso mucho en esa década de los 90, cuando éramos adolescentes y todo era posible. Posible en cuanto que creíamos en la existencia de posibilidades: poder ser escritora, o astronauta, poder ser arrogante e inocente al mismo tiempo, rodearse de un grupo maravilloso de personas y formar parte de él. Formar parte de algo que mereciese la pena.

Y esto es lo que tenemos… cada un@ de nosotr@s lo sabe mejor que nadie.

:*

Zorba el Buda dijo...

Muy bueno Ted's friend, muy bueno. Me ha encantao.

silvina magari dijo...

Hola lindo, como tas, tengo que contarte muchas cosas, pero bueno, la primera es que me han retrasado el vuelo un dia entero, y encima despies de estar hasta la una de la maniana en el aeropuerto. En fin...

Maniana llego a la hora de comer, un besito carinio... Te quiero.